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De remedio para la tos a ícono mexicano del Día de Muertos, los alfeñiques tuvieron sus orígenes hace más de 500 años en 2 puntos distintos del mundo, pero terminaron conjugándose en las pintorescas figuras que tradicionalmente colocamos en los altares del 2 de noviembre.

Durante la segunda mitad de octubre, en diferentes ciudades de México se suelen instalar ferias de artesanos dulceros que preparan este tipo de confituras, así como chocolates, gomitas, panes, obleas y demás dulces típicos alusivos al Día de Muertos.

Los diseños más comunes son calaveras, animales, frutas y ataúdes, pero hay de lo que sea y para que se conserven de la mejor manera, te los despachan en productos Reyma, como bolsitas de plástico de alta y baja densidad, en bolsas BOPP, en charolascubiertas con clingfilm o en contenedores plásticos de bisagra.

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LOS ‘FUNARON’

De acuerdo con un tratado sobre alimentos árabes del siglo XV, “El alfeñique es caliente y húmedo, bueno para la tos (…) se hacía con azúcar, agua, miel y aceite de almendras dulces que, una vez cocida y hecha una masa viscosa, se estiraba y se hacía en forma de dulces alargados”.

A su vez, desde antes de la conquista los aztecas utilizaban una masa hecha a base de amaranto para preparar unas figuras que representaban a sus dioses, las cuales comían durante determinadas ceremonias religiosas. Sin embargo, cuando llegaron los conquistadores, estos decidieron “funar” esa práctica prohibiendo el cultivo de amaranto.

Para no dejar morir sus costumbres, los aztecas encontraron una alternativa en los alfeñiques árabes que los españoles habían traído desde el otro lado del océano; los adaptaron a su cosmovisión y eventualmente se convirtieron en los pintorescos dulces que ahora conocemos en todo México.

MATERIAL DE MUSEO

La relevancia de estos dulces es tal, que en la ciudad de Toluca, Estado de México, se encuentra el Museo del Alfeñique, un espacio interactivo dedicado a este tipo de confituras que son patrimonio culinario de nuestro país.

Como dato extra, en Puebla hay otro museo llamado la Casa de Alfeñique. Lo que la gente cuenta es que ese inmueble fue construido en el siglo XVIII como un regalo de bodas para una novia que le había pedido a su prometido una “casa de alfeñique”. En 1926 se convirtió en el primer museo de arte e historia regional de ese estado.

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En cuanto a su incorporación en el altar de muertos, los alfeñiques representan los gustos o elementos de la vida de la persona a la que se le coloca la ofrenda, además de que nos recuerdan la dulzura de la vida y transmiten una sensación de alegría gracias a sus colores vibrantes.

Los artesanos dulceros han encontrado el escaparate perfecto para compartir su trabajo en las ferias de Día de Muertos que se instalan por todo México, donde los productos Reyma juegan un papel trascendental, ya que son el recipiente que permite promover la apropiación y conservación de nuestras ricas tradiciones. No dejes pasar la oportunidad, aprovecha esta temporada para disfrutar de los alfeñiques y participa activamente en las actividades típicas de este 2 de noviembre.

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