“A mi mamá lo que le queda más rico es__________”. Todos nos hemos expresado así alguna vez del buen tino que tienen nuestras jefecitas para cocinar. Lo que suele cambiar es el nombre del platillo.
Una comida calientita y recién hecha por mamá nos brinda un confort indescriptible. Fueron ellas las primeras en alimentarnos luego de nacer y en muchas ocasiones son quienes se encargan de hacerlo hasta que nos atrevemos a volar del terruño. Incluso después, aceptémoslo, acudimos a visitarlas con las negras intenciones de llegar a comer.
Tampoco hay que ser tan gorrones, por lo menos lleva los desechables y las servilletas, ¿o a poco te vas a quedar a lavar los trastes de todos? Ambos sabemos que no. Para tu buena suerte, el extenso catálogo de Reyma y Kihara te sacan de ese apuro.
Sin embargo no nada más se trata de los alimentos, una comida casera también conlleva ese momento del día en el que coincidimos con nuestros seres más queridos y les compartimos nuestras emociones, preocupaciones y anhelos.
De ahí que un sabroso plato de mole nos levanta el ánimo, un pozole ahoga el estrés y unas enchiladas nos hacen emocionarnos, pues vienen aderezados con un consejo, palabras de aliento, un chiste tontísimo o una anécdota digna del recuerdo.
LLAMADA DE AUXILIO
Otro aspecto importante es que al extrañar esa comida intentamos replicarla por nuestra cuenta, en algunas ocasiones con resultados para nada presumibles. Entonces le llamamos a mamá y le pedimos que nos diga cómo la prepara ella; es decir, que nos dé un tutorial personalizado.
La cocina de mamá es todo un reto, porque se sazona con pizcas, puñitos, un tantito de esto o un “según como le vayas probando”. Se requiere desarrollar un instinto que hasta ese momento ignorábamos, pero que heredamos a través de una genética gastronómica que data de generaciones atrás.
Al final el ingrediente principal son nuestros recuerdos y los que mamá nos comparte, cocinados rigurosamente a fuego lento.
Algunos de los platillos maternos que más le presumimos a nuestros cuates son las enchiladas, el mole, el pozole, el arroz o las sopas. Cuántas veces no habremos disfrutado de ellos en los desechables Reyma, a la temperatura ideal y en la porción justa para nuestro nostálgico apetito. En tu caso, ¿cuál es la comida que más añoras o consideras que nadie podría preparar como tu mamá?