Deja tú el pastel o la piñata, el ingrediente que ha cobrado protagonismo en las fiestas es la mesa de dulces. ¿Y cómo no? Si desde que llegamos al festejo nuestra vista se engancha con la variedad de postres, botanas y chucherías que componen ese delicioso rincón.
A eso hay que sumarle que no podemos probar ninguna de las golosinas hasta que se declare abierta la mesa. Mientras tanto se nos hace agua la boca pensando en qué vamos a tomar cuando llegue nuestro turno de pasar y aprovechamos para ir apalabrando un intercambio de postres con otros de los invitados.
Entonces comemos, bailamos, jugamos y la pasamos bien, cuando de pronto se escucha en el sonido que la mesa de dulces queda inaugurada. Sobrinitos y tías salen disparados de sus asientos como si se tratara de un simulacro de emergencia.
En un parpadeo, los que llegaron primero a la mesa ya tienen en sus manos una bolsa con palomitas, gomitas enchiladas y un vasito con chocoflán.
Muy a tu pesar caes en la cuenta de que no fue tan buena idea haberte terminado dos platos de comida. Para cuando reaccionas, la mitad de los asistentes ya formó una filota y te desanimas porque dudas que vayas a alcanzar de los dulces que más te gustan.
La línea avanza muy despacio, volteas hacia el frente y miras que algunos espacios se van quedando vacíos. A la par notas cómo los que se avivaron ya están haciendo trueques con lo que lograron tomar.
Respiras profundo, te resignas y determinas agarrar lo que te hayan dejado, como cuando vas a comprar ropa al centro comercial en la temporada de rebajas. El chiste es no terminar con las manos vacías, porque te lloverán los reclamos si vuelves a la mesa sin botín.
Al final sales bien servido, entre tus acompañantes y tú reúnen unas manzanas enchiladas envueltas en bolsas BOPP de Reyma, rebanadas de pay de queso en contenedores bisagra, muffins de chocolate servidos en platitos de plástico del no. 3 y hasta nieves de garrafa en vasitos de colores.
Faltaron servilletas, pero ahí viene corriendo tu sobrino con un puñado de Kihara en una mano y en la otra, dos vasos PP de Reyma llenos de cacahuates.
Una vez más la mesa de dulces es un éxito: las golosinas son una delicia y están servidas en desechables Reyma, que destacan por su gran presentación y excelente calidad. Sin duda serán nuestra elección cuando hagamos una fiesta.